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Foto del escritorAdriana Lorenzo

La Transvanguardia italiana

Según Anna María Guasch, la transvanguardia italiana se enmarca en el movimiento neoexpresionista que emergió en los años 80, ligado al eclecticismo, citacionismo, negación y progreso, propios de la postmodernidad. La citación, en el caso de los italianos incluyó motivos iconográficos y formales de la antigüedad clásica y elementos de las vanguardias históricas. Entre los artistas más citados están Marc Chagall y Giorgio de Chirico.[1]


Esta autora realiza un resumen histórico de la transvanguardia, enfocándose en su origen y sus principales planteamientos, basándose para ello en los textos de sala de dos exposiciones realizadas durante la década de los 80 y escritas por el crítico italiano Achille Bonito Oliva.


Este crítico que mencionamos anteriormente es el que reunió a un grupo de artistas que tenían una postura contraria al arte povera. Ellos querían recuperar a la pintura como medio creativo, el cual estuviese acorde con el nuevo panorama social, político y cultural que se presentaba desideologizado.


Estos artistas, entre los que cuentan Remo Salvadori, Sandro Chia, Francesco Clemente, etc. planteaban un arte en contra del experimentalismo, ya que esto no resultaba en un proceso comunicativo. Cabe destacar que en principio, los artistas pertenecientes a este grupo eran considerados como postvanguardistas.


En cuanto al término transvanguardia, podemos decir surgió en un artículo escrito por Bonito Oliva para la revista Flash Art, llamado The Italian Trans - avantgarde. Aquí, daba cuenta del grupo de artistas ya mencionados y determinaba que fueron los primeros en tomar conciencia sobre la crisis evolucionista de las vanguardias, y por ende, la de los lenguajes artísticos.


Además, este crítico defendió un nomadismo diversificado, con el cual se refiere a una nueva subjetividad que no estuviese ceñida a posiciones ideológicas ni intelectualismos. Se apostaba por un arte fragmentario.[2]


Para Bonito Oliva, la transvanguardia es capaz de recuperar lo instintivo de la obra de arte, y por lo tanto, realiza obras según “las reglas del arte”.[3] La transvanguardia permite que el artista se mueva de manera multidireccional, incluso la del pasado. De hecho, este autor considera que la inexistencia de un punto de vista unitario, o incluso, podríamos considerarlo como estático permite el surgimiento de un eclecticismo dentro de la obra.[4]


Más adelante, este crítico publicó un nuevo texto denominado La transvanguardia italiana, el cual puede considerarse como el manifiesto del grupo. Aquí el autor determina que este movimiento no es una antivanguardia sino un recorrido a través de la historia del arte, incluyendo vanguardias y culturas menores. Era una manera de responder a la crisis de la historia y la cultura.


Por otra parte, Bonito Oliva define que el nomadismo del artista transvanguardista es una actitud mental que permite la recuperación de los estilos de las épocas históricas. Además, determina que la transvanguardia se autoexcluye de los debates sociales precisamente por presentarse ante la sociedad como un movimiento desideologizado, acorde con los tiempos de la postmodernidad. [5]


Este crítico considera, a su vez, que la transvanguardia es la única vanguardia posible, ya que es la que permite cuidar y mantener el patrimonio histórico de la humanidad así como otras tradiciones culturales sin asumir jerarquías, las cuales pueden dar vida a unas nuevas manifestaciones.[6]


Además, Bonito Oliva considera que Italia es el país donde se dan primeramente las manifestaciones transvanguardistas, ya que es allí donde los artistas tienen un talento natural para la improvisación.


Según Guasch, la pintura de la transvanguardia adquirió tal importancia, que logró proyectarse de manera internacional, especialmente en Norteamérica. De hecho, el año 1982 resultó de gran importancia, ya que se realizó la primera exposición internacional denominada “Transvanguardia: Italia/América”.[7] Aquí Bonito Oliva enfrentó a los artistas europeos (específicamente los italianos) con los artistas americanos, ya que ambos poseían un nomadismo cultural y se conjugaba lo nacional con lo regional.


Entre los artistas que participaron en esta exposición están Sandro Chia, Francesco Clemente, Enzo Cucchi, Nicola de María y Mimmo Paladino, por parte del grupo italiano, a quienes podemos considerar como los exponentes más representativos del movimiento de la transvanguardia.[8]


Dicho esto, pasaremos a analizar una serie de obras de algunos de los artistas que mencionamos anteriormente, en las cuales podremos ver las características del movimiento de la transvanguardia.


Comenzaremos por analizar la obra Beso[9] de Sandro Chia, en la cual se representan los rostros de una pareja besándose. Esta obra nos resultó muy particular tanto por su temática como los colores que le componen y el trazo del pincel, ya que podemos relacionar esta obra con el citacionismo y el neoexpresionismo.


Decimos esto último ya que la temática podríamos relacionarla con la obra El Beso de Gustav Klimt, en la cual también se representa a una pareja en medio del mismo acto, por lo tanto podríamos asumir que cita al mencionado autor para la creación de la obra.


A su vez, consideramos que Chia cita a Edvard Munch con su obra El grito, ya que en ella encontramos la serie de colores que el autor italiano usa para su obra, además, el estilo de pincelada es muy semejante ya que da cuenta de la materialidad de la obra, haciendo que el espectador se dé cuenta de que está ante una pieza de arte y no de una mímesis de la realidad.


Según Guasch, este citacionismo no lo podemos considerar como un homenaje a los artistas, sino como una manera de ironizar a los grandes íconos de la historia del arte. Otra característica de la obra de este artista es que siempre hay un diálogo autobiográfico, el cual no podemos visualizar en esta obra ya que no encontramos la representación del famoso ragazzo que suele ser una representación de él mismo dentro de la pieza.[10]


Otro artista de importancia dentro de la transvanguardia italiana es Enzo Cucchi, cuya característica principal es que entiende a la pintura como un ave fénix, siempre está en una nueva invención y siempre la está cuestionando. Quizás el mito de esta ave se relaciona un poco con el mismo lenguaje de la transvanguardia: los momentos históricos del arte mueren y posteriormente renacen con este movimiento.


Una obra de Cucchi que consideramos representativa es donde representa precisamente un ave fénix[11], en la cual encontramos un citacionismo a la pintura del Greco y al expresionismo por sus pinceladas. Además, la iconografía usada está relacionada con la imagen del mito, es por esto que el ave se alza sobre un campo que podríamos considerar un cementerio por la representación de calaveras, está renaciendo de sus cenizas.


El color usado por este artista también da cuenta de ese carácter neoexpresionista de la transvanguardia, ya que así, como en la pintura de Chia, hay una materialidad representada. Además, usa una paleta de colores fríos que se rompe en la representación del fénix, figura que está pintada con colores cálidos.


Por otra parte, tenemos la obra de Francesco Clemente, la cual se caracteriza por el viaje que realiza a la India, en el cual aprende sanscrito. Según Guasch, esto hace que sus autorretratos estén plagados de símbolos que podemos considerar como arcaicos o atmósferas antirreales. Además, este artista es considerado como el más ecléctico dentro del grupo de los transvanguardistas.[12]


En su obra también podemos ver cierto carácter monstruoso en sus personajes, quizás haciendo referencia a las imágenes propias del hinduismo, donde es normal encontrar representaciones en las que ciertos atributos son exagerados hasta el máximo.


Un ejemplo de ello es una obra en la cual representa a un ser de tres cabezas leyendo un libro que quizás podríamos considerar como de carácter sagrado.[13] Aquí resulta muy particular la exageración del componente sexual, y el expresionismo del trazo. Sin embargo, es figurativo, por lo tanto la cita cumple su función ya que nos remite directamente a la cultura hindú.


Otra obra de Clemente, en la que podemos ver cómo están representada la escritura es la llamada Mother of Letters[14],en la cual vemos a una mujer, exagerando su condición por la presencia de la vagina en un primer plano, que se encuentra en posición de parto. Este personaje está rodeado de letras que no poseen ningún sentido, refiriéndonos con esto a que no se construye ninguna palabra, sino que se colocan de manera aleatoria. Esta última representación guarda una relación muy cercana con los autorretratos que realiza Clemente.


Por último tenemos a Mimmo Paladino, quien según Guasch, realiza una obra cargada de símbolos y tipologías propias de la Antigüedad. Este autor también se destaca por ser multifacético, ya que a parte de la pintura también trabaja con la fotografía.[15]


Sus pinturas también se caracterizan por ser muy geométricas y usar colores primarios, aunque esto último no se puede visualizar en la totalidad de las obras. Entre los referentes más usados por este artista están aquellos relacionados con las culturas egipcias, etruscas, entre otras.


Un ejemplo de ello es la obra Rabanus Maurus: De universo[16], en la cual vemos de manera ciertamente abstractizante símbolos relacionados con la cultura del antiguo Egipto. Esto está reforzado con la representación de un rostro regido por la ley de frontalidad que se suelen encontrar en los murales de las pirámides.


En cuanto al fondo de la obra, podemos decir que remite al uso del papiro, el cual fue ampliamente utilizado por los egipcios, y los símbolos recuerdan de cierto modo a los jeroglíficos.


Finalmente, consideramos que el movimiento de la transvanguardia italiana efectivamente responde a las necesidades expresivas de la sociedad postmoderna, la cual, debido a su constante cambio, necesita recordar esos referentes que lo constituyen de manera histórica y cultural, los cuales permitirán la continua evolución de ella. A su vez, creemos que esta vuelta al arte permite su apertura hacia la cultura popular, sacándola así de medios elitescos y volviéndola parte de esa cultura de masas que rige a las sociedades actuales.


 

[1] Ana María Guasch, “La transvanguardia italiana. El arte como genius loci” en El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural, p. 273. [2] Para A. Bonito Oliva, el artista de la transvanguardia rompe con todo aquello que no le permitía tener una mirada propia de la historia del arte. Ellos rechazaban ver a ésta como una unidad, por lo tanto apostaban por lo fragmentario ya que era lo que les permitiría acceder a todas aquellas manifestaciones dadas previamente para confrontarlas y crear una nueva obra de arte. (Véase: Achille Bonito Oliva, “Transvanguardia: Italia/América” en Anna María Guasch (Ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 1980 – 1995, p. 34). [3] Bonito Oliva establece que el arte siempre está dispuesto a realizar desmontajes y recuperaciones de lo hecho previamente, esto es cierto en la medida en que se considere al arte de una manera evolucionista. (Véase Achille Bonito Oliva, “Vanguardia/Transvanguardia” En: Anna María Guasch (Ed.), Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 1980 – 1995, p. 44). [4] Achille Bonito Oliva, “Transvanguardia: Italia/América”, p. 35. [5] Para Bonito Oliva, el artista de la transvanguardia tiene un punto de vista móvil, es por esto que no hay cabida de proyectos de ideologías ni modelos que cambien el centro de su labor. (Véase: Achille Bonito Oliva, “Transvanguardia: Italia/América”, p. 34). [6] Achille Bonito Oliva, “Transvanguardia: Italia/América”, p. 37. [7] Ana María Guasch, “La transvanguardia italiana. El arte como genius loci”, p. 278. [8] Según Bonito Oliva, estos artistas se caracterizan por la búsqueda de la superación del arte como un privilegio de un grupo reducido, ya que las obras sufren una desviación por parte del mercado del arte y desplazan la idea a un ámbito completamente contrario a la intención del autor. (Achille Bonito Oliva, “Vanguardia/Transvanguardia”, p. 46). [9] Ver lámina 1. [10] Ana María Guasch, “La transvanguardia italiana. El arte como genius loci”, p. 280. [11] Ver lámina 2. [12] Ana María Guasch, Op.cit., p. 284. [13] Ver lámina 3. [14] Ver lámina 4. [15] Ana María Guasch, Op.cit., p. 286. [16] Ver lámina 5.



 


Lámina 1

Sandro Chia

Beso (s/f)

Serigrafía



Lámina 2

Enzo Cucchi

Ave Fénix (s/f)




Lámina 3

Francesco Clemente

Sin título



Lámina 4

Francesco Clemente

Mother of Letters (1990)



Lámina 5

Mimmo Paladino

Rabanus Maurus: De universe (2003)


 

Bibliografía:

· Bonito Oliva, Achille. “Transvanguardia: Italia/América. En: Anna María Guasch (Ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 1980 – 1995). Ediciones Akal, S.A., Madrid, 2000. Pags. 34 – 43.

· Bonito Oliva, Achille. “Vanguardia/Transvanguardia”. En: Anna María Guasch (Ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 1980 – 1995). Ediciones Akal, S.A., Madrid, 2000. Pags. 43 – 55.

· Guasch, Anna María. “La Transvanguardia italiana. El arte como genius loci”. En: El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural. Alianza Editorial S.A., Madrid, 2002, pags. 273 – 288.


Fuentes de las imágenes

· Art Brokerage, Art Brokerage.com, 2011, http://www.artbrokerage.com/artist/Sandro-Chia/Kiss-10055 (ultimo acceso: 20 de Enero de 2011).

· Art45.com, New Acquisitions, 2010, http://www.art45.com/INGLESE/UltimiArrivi.html (último acceso: 21 de Enero de 2011).

· Crown Point Press, Crown Point Press, 2008, http://www.crownpoint.com/prints/98/mother-letters (ultimo acceso: 21 de Enero de 2011).

· Roberto Gramiccia, Stile de Arte, 2006, http://www.stilearte.it/articolo.asp?IDart=1269 (último acceso: 20 de Enero de 2011).

· Vivencias plásticas, 2010, http://goyo-vigil.blogspot.com/2010/01/franvesco-clemente-1952-recuperacion.html, (último acceso: 21 de Enero de 2011).



 

Nota de la autora:


Este es un ensayo realizado para la asignatura Principios Críticos de las Artes Plásticas IV dictada por el profesor Elías Castro en la Escuela de Artes, Departamento de Artes Plásticas, de la Universidad Central de Venezuela en el año 2011.

Los derechos de las imágenes usadas pertenecen a sus respectivos autores. Estas fueron usadas en un contexto académico y no recibimos ningún lucro por su uso.


Nos reservamos todos los derechos de reproducción parcial o total de este trabajo. Cualquier uso de este texto sin la correcta cita se considerará como una infracción a los derechos de autor.


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