El término creación ha sido objeto de estudio desde diversas disciplinas, ya que este habla de una capacidad innata del ser humano para recrear en su entorno las fuerzas divinas que aparentemente le dieron origen a él y a su realidad. Es por ello, que en la mayoría de religiones, o filosofías, este ha sido uno de los temas transversales tratados en los textos sagrados, especialmente porque nos han ayudado a comprender preguntas transcendentales como ¿quién soy? ¿de dónde venimos?.
Es interesante mencionar que el verbo crear, etimológicamente proviene del latín creare, que a su vez da origen a otra palabra en español: criar. Todas estas raíces, a su vez, están relacionadas con la creatividad, la cual definimos como la capacidad innata del ser humano de producir cosas materiales a partir de intangibles, como lo son las ideas. Es decir, consideramos que hay un componente espiritual y otro material, que al unirlos se convierten en una realidad.
Esto último, sobre la posible dicotomía que puede existir frente a lo tangible e intangible, o lo espiritual y material, nos permite profundizar en algunas ideas que fueron tratadas en las visitas realizadas a Monticello y Govindas, ya que en ellas, pudimos contrastar las posturas que se tienen sobre el término creación desde una perspectiva occidental y otra oriental.
Consideramos muy particular el hecho de que, normalmente, se hace una separación muy profunda entre estas cosmovisiones, aunque pudimos constatar que ambas tienen unos puntos en común, en las que sólo difieren algunas prácticas sagradas y nombres de las deidades. Es decir, creemos que en ambos casos, al tratarse de una religión y filosofía monoteístas (1), ambos mitos de creación y percepción del mundo sensorial o sensible, tienen una relación intrínseca que ayudaría a explicar, más que nuestro origen, el por qué poseemos características que en principio son sólo reservadas a dioses.
Minta Muñóz, durante su charla en el centro Monticello, nos explicaba que existen dos tipos de experiencias vitales, las cuales podemos definir a partir de sus direcciones. La primera de ella es la horizontal, o relación con nuestros semejantes, y una vertical, la cual es aquella que nos conecta con nuestro creador, es decir, con el origen divino. Considerando que existe esta figura primaria, a la cual podemos denominar como Dios, nosotros, como creaciones directas de él, somos sus criaturas. Es precisamente esta condición de seres creados la que nos da parte de su capacidad para dar realidad a una cosa material a partir de la nada.
Por otro lado, Muñóz también explicaba que este origen divino no tiene denominación lingüistica, ya que esta condición de hijos frente a un padre hace que no comprendamos del todo las capacidades de este ser divino, quien no posee características que le describan si no que es el adjetivo en si mismo, es decir, Dios no es misericordioso, si no que es la misericordia, no es bondadoso, sino que es el absoluto de bondad. Es por ello, que como sus criaturas debemos estar en común- unión - comunión - con este ser supremo, porque al alejarnos de su figura nos genera frustración, y al no reconocernos como parte de él, no estamos aceptando nuestra capacidad creativa.
Es interesante que en el caso del catolicismo, se considera al mundo como un lugar temporal, en el que el alma sólo está de paso antes de reencontrarse con el creador en otro plano, por lo que el alma se convierte en un ente espiritual que es eterno e inmutable. Es por ello que recibimos de Muñoz la invitación de vivir el mundo de adentro hacia afuera - desde lo espiritual hacia lo material, y no lo material como soporte de lo espiritual - para poder llegar a la plenitud. Esto último, a su vez, lo relacionamos con la frase de San Gregorio que nos compartió en la charla: Tienes una tarea: la tarea de encontrar tu verdadera luz; de encontrar la verdadera altura de tu vida.
Es esta última idea la que encontramos como punto en común con la filosofía vaisnava, y es que ellos consideran que existen dos tipos de energía: espiritual y material. Se hace esta diferenciación, ya que la primera está asociada con el alma, la cual se mantiene en el tiempo; mientras que la material se refiere a algo temporal, sujeto a cambios. Además, cada tipo de energía de la que se habla en esta filosofía oriental, tiene un nombre y una función específica, de acuerdo al mundo con el que se le relaciona.
El alma, llamada Yiva, es considerada como la energía espiritual, que permite el movimiento de los demás. Esta palabra se origina de Jiv, la cual se refiere a aquello que existe. De igual forma, los vaisnava, consideran que no existe la muerte, ya que esta no es un hecho comprobable, sino que esta energía abandona el cuerpo. Es decir, hay un punto en común con el catolicismo, y es que en ambos casos, el alma es inmutable, no sujeta a las leyes materiales que rigen al mundo, y por lo tanto, está exenta de la enfermedad o la descomposición, por ejemplo.
Por otro lado, encontramos que existe otra energía propia del mundo material llamada Prana, la cual se refiere al aliento vital que nutre a los cuerpos. Esta está relacionada a su vez con la ayurveda, es decir, la unión con la naturaleza, la cual abarca, sobre todo, la correcta alimentación, así como la obtención de manera consciente de energía, que permite que nuestro cuerpo y nuestra mente funcionen de la mejor manera posible. Por otra parte, podemos decir que el prana también se obtiene de prácticas como el yoga - palabra en sánscrito que significa unión - y la meditación. A mayor cantidad de energía vital positiva, nuestro mundo material mejorará en consecuencia.
Al igual que en el catolicismo, el vaisnavismo considera a los hombres como parte de ese creador; es decir, al usar frases como somos una gota de agua comparada con el océano, se hace una referencia a que somos parte de un todo, y es por ello que poseemos también parte de sus capacidades creativas, las cuales, en este caso, ponemos en práctica en el mundo material. A su vez, todas nuestras acciones están regidas por el karma (2), lo que afecta tanto a nuestros pensamientos, palabras y cuerpos.
Llevando un poco el tema sobre la creación, a nuestro campo de acción profesional en el arte y el diseño, nos parece oportuno reflexionar sobre la relación que encontramos desde estas perspectivas occidentales y orientales con algunas ideas estéticas planteadas desde la filosofía platónica.
En interesante que en ambas religiones se hace una diferenciación muy clara entre lo material y espiritual, lo cual relacionamos directamente con el planteamiento platónico de un mundo sensible y un mundo de las Ideas, siendo este último el que sustenta la realidad que conocemos los seres humanos.
Esta realidad sensible que conocemos, a diferencia de las Ideas, son imperfectas, temporales y mutables, y es en ella en las que también nos inscribimos los hombres. Aquí surge un problema en cuanto a la creación, y es que para Platón, los artistas sólo acceden a la naturaleza del mundo sensible como referentes para sus obras, por ello, sus obras nunca serán dignas de admiración, ya que se tratan de copias de las copias, por lo que su naturaleza imperfecta nos aleja de las Ideas de Belleza y Bien. Esto último nos genera un problema adicional, y es que la creación está mediada también por la mímesis o imitación.
No consideramos importante profundizar sobre este último término, ya que, teniendo en cuenta los puntos de vista del catolicismo y el vaisnavismo, consideramos que la imitación no es un problema; y es que, como seres creativos que somos, gracias a una condición innata como seres humanos, somos capaces de generar innovación, aún teniendo como referente a nuestra realidad, y es que cada ser desde su individualidad, agrega algo particular, haciendo que la cosa creada sea diferente a lo ya existente. Hay profesiones en los que la capacidad creativa es más visible que en otras, debido a las construcciones mentales que tenemos de dichos saberes, por ejemplo, de la pintura, la escultura, la arquitectura, el diseño, entre otras. Sin embargo, la creatividad o capacidad de creación es una línea que nos atraviesa a todos los seres, sin importar el lugar en el mundo en el que estemos, o nuestro quehacer diario. La creación es una constante que nos define y es parte de nuestra esencia humana.
(1) En el caso del vaisnavismo, hablamos de monoteísmo ya que la figura suprema a la que se le rinde culto es a Visnú - según la etimología del nombre de la religión -, aunque en siglos recientes ha cambiado esta figura a la de Krisná, quien, aun teniendo un número de avatares, siempre se trata de la misma deidad.
(2) El karma es una ley que se inscribe dentro de la ley universal toda acción tiene una reacción igual y contraria.
Bibliografía:
Paramadvaiti, Swami B. A. y Atulananda Acharya. Bhagavad - Gita: la ciencia suprema. Bogotá: Servicio Editorial de los Vaisnavas Acharyas (SEVA), 2009.
Platón. La República. Madrid: Alianza Editorial, 1993.
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. http://www.rae.es (último acceso 20 de Marzo de 2018).
Nota de la autora:
Este ensayo fue un ejercicio académico para la asignatura Seminario de Reflexión I del programa Especialización en Intervención Creativa de la Colegiatura Colombiana, Medellín.
Nos reservamos todos los derechos de reproducción parcial o total de este trabajo. Cualquier uso de este texto sin la correcta cita se considerará como una infracción a los derechos de autor.
Puedes consultar otros textos académicos de nuestra autoría en https://colegiatura.academia.edu/AdrianaLorenzo
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